jueves, 6 de septiembre de 2018

Imaginate que un día nos levantamos y todo resulta fácil...

Imaginate que un día nos levantamos y todo resulta fácil. Como si estos tipos no existieran, como si esas minas nunca hubiesen sido cierto.
Imaginate que nadie anda con ánimo de cargarle la vida a nadie, y llueve sobre los incendios, y sale el sol sobre los asadores y los fin de semana largos.
Que la gente se va y no se la llevan, y que vuelve cuando la extrañamos; que todos morfan, y juegan, y crean. Y cuando les da la gana se van a dormir con sus amantes, o sus familias, o sus mascotas. Cada cual según con quien le guste soñar.
Que todos tienen asignado dos o tres viajes fascinantes por vida, y cada quien tiene un par de vidas a disposición.
Que se estudia porque se tiene preguntas sin resolver y no porque el futuro, el título, el mandato familiar, ser alguien en la vida, que es lo mismo que decir intentar tener un laburo donde no te revienten el cuerpo antes de cumplir treinta.
Imaginate que te despertaste y la heladera llena y el corazón contento. Y que anoche no ladraron los perros, ni el periodista ese dándole matraca a su caricatura grotesca del mundo. Imaginate que anoche no anduvo la cana con su sirenita, sus luces azules, su mirada armada. Ni que el vago ese le pego a la piba, ni le arrancó la ropa.
Imaginate que anocheció sin miedo, ni dolor ajeno, ni vergüenza, ni desesperanza.
Que te despertaste tranca, y afuera ya salió el sol o todavía no amanece, porque cada loco con su tema, y te haces el desayuno ese que te gusta tanto, y miras como vuelan los pájaros o andan los autos, o como flota una hoja en el río o en la acequia o en el charco de la esquina; y en medio de todo eso pensas: "acá hay cosas que podríamos mejorar", y decís hoy lo voy a llamar a fulano o a mengana, vamos a hacer una reunioncita, a ver cómo la ven, a ver qué se les ocurre. Y se juntan, y conversan, y discuten.

Imaginate que cambiar el mundo, hacer de este mundo algo más bello, más justo, más igualitario, fuera un plan, y no una cuestión de vida o muerte, una urgencia, como hoy que te despertaste, acá y ahora, en este mundo de mierda.

- Luciano Debanne

martes, 15 de marzo de 2016

Instrucciones para capear el mal tiempo

En primer lugar, no se desespere y en caso de zafarrancho no siga las reglas que el huracán querrá imponerle.
Refúgiese en la casa y asegure los postigos una vez que todos los suyos estén a salvo.
Comparta el mate y la charla con los compañeros, los besos furtivos y las noches clandestinas, con quien le asegure ternura.
No deje que la estupidez se imponga.
Defiéndase.
A la estética, ética.
Esté siempre atento.
No les bastará empobrecerlo y lo querrán someter con su propia tristeza.
Ríase estentóreamente.
Mófese: la derecha está mal cogida.
Será imprescindible cenar juntos cada día hasta que la tormenta pase.
Son cosas simples, sencillas, pero no por ello, menos eficaces.
Diga hacia el costado buen día, por favor y gracias.
Y la concha de tu madre cuando lo soliciten desde arriba.
Tírele con lo que tenga, pero nunca solo.
Ellos saben cómo emboscarlo en la desprevenida soledad de una tarde.
Recuerde que los artistas serán siempre nuestros.
Y el olvido será feroz con la comparsa de impostores que los acompaña.
Todo va a estar bien si me hace caso.
Sobreviviremos nuevamente, estamos curtidos.
Cuidemos a los pibes que querrán podarlos.
Solo es menester bien pertrecharse y no escatimarnos amabilidades.
Deberemos dejar a mano los poemas indispensables, el vino tinto y la guitarra.
Sonreírles a nuestros viejos como vacuna contra la angustia diaria.
Ser piadosos con los amigos.
No confundir a los ingenuos con los traidores.
Y aún con estos, tener el perdón fácil para cuando vuelvan con las ilusiones forreadas.
Aquí nadie sobra.
Y eso sí, ser perseverantes y tenaces, escribir religiosamente todos los días, todas las tardes, todas las noches.
Aún sostenidos en terquedades si la fe se desmorona.
En eso, no habrá tregua para nadie.
La poesía les duele a estos hijos de puta.

sábado, 5 de marzo de 2016

Primera Poesía Vertical

53
Tengo las uñas sucias de alma
y el corazón parlamentando con los trenes.
Cuando des vuelta del todo la cabeza,
excavaré un lugar entre tu nombre y el tabaco
para guardar la vida de mi muerte.
Y empezaré a limpiarme bien las uñas,
hasta que los trenes se paren
y tu cabeza dada vuelta
comience la tarea de agacharse.
Entonces, yo le pondré bordes a tu muerte,
por nada, por las dudas,
por si quieres tomarte de algo
o simplemente mirarme.

- Roberto Juarroz

domingo, 23 de noviembre de 2014

Los barrenderos

La ciudad está impregnada de vacío.
Un coche me atropella los ojos con sus faros.
El conductor me maldice porque no se me ve en la oscuridad.
Los barrenderos están de servicio.
Barren las bombillas, barren las calles fuera de las ciudades, barren el vivir de las viviendas, me barren las ideas de la cabeza, me barren de una pierna a otra, me barren los pasos al andar.
Los barrenderos me envían luego sus escobas, sus magras escobas saltarinas. Los zapatos se me alejan taconeando.
Y camino detrás de mí, caigo fuera de mí, por sobre el borde de mis pensamientos.
A mi lado ladra el parque. Las lechuzas se comen los besos que han quedado en los bancos. Las lechuzas ni me miran.
En la maleza se acurrucan los sueños cansados, hartos de trajinar.
Las escobas me barren la espalda porque me apoyo demasiado contra la noche.
Los barrenderos hacen un montón con la estrellas, las barren en sus palas y las vacían en el canal.
Un barrendero le dice algo a otro barrendero, que se lo dice a otro y éste también a otro.
De pronto los barrenderos de todas las calles hablan a la vez. Yo paso por entre los gritos, por entre la espuma de sus voces, me quiebro, me precipito al abismo de los significados.
Camino a grandes pasos. Me quedo sin piernas al caminar.
El camino ha sido barrido.
Las escobas me caen encima.
Todo da un vuelco.
La ciudad va por el campo a la deriva, hacia algún punto.

- Herta Müller

domingo, 30 de marzo de 2014

Preceptiva poética


                             I

Poesía...,
tristeza honda y ambición del alma...
¡cuándo te darás a todos... a todos,
al príncipe y al paria,
a todos...
sin ritmo y sin palabras!...

                              II

Deshaced ese verso,
quitadle los caireles de la rima,
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma... 
Aventad las palabras...
y si después queda algo todavía,
eso será la poesía.

                              III

Más bajo, poetas, más bajo...
hablad más bajo
no gritéis tanto
no lloréis tan alto
si para quejaros
acercáis la bocina a vuestros labios,
parecerá vuestro llanto
como el de plañideras, mercenario.

                              IV

Y si el verso
poetas cortesanos
si el verso como el hombre
no fuese de cristal
sino de barro.

                              V

Poeta
ni de tu corazón,
ni de tu pensamiento,
ni del horno divino de Vulcano
han salido tus alas.
Entre todos los hombres las labraron
y entre todos los hombres en los huesos
de tus costillas las hincaron.
La mano más humilde
te ha clavado
un ensueño...
una pluma de amor en el costado.


sábado, 8 de marzo de 2014

Cartas al rey de la cabina

"La Primavera no nace sino del despojo de todo lo viejo. Lo que más quiero, es desnudarme. Cargada de hojas viejas, desnudarme y ver cómo te desnudas. Yo de mis miedos y tú de tus sueños que tanto miedo me daban o me dan porque me veía convertida en un soldadito de plomo de un libro que mamá y papá no habían podido escribir para ti pero que te habías jurado a tí mismo escribir.
Sin faltas, ni faltas, ni ninguna falta.
Lo que más anhelo es ver que te desnudes que deseés tanto como yo, con amorosa renuncia, despojarte de tus anhelos incumplidos y a punto de cumplirse.
No nací para entrar en tu historia, vine a cambiarte con un beso.
Ardo en deseos de verte quitar tu ropa como la primera vez. Que dejes atrás tu camisa, Europa y Asia. Tu pantalón, y África. Cómo doblabas tu ropa, nada lo tirabas, nada caía con descuido. Todo lo apoyabas de tal manera que quería darte mis ojos y mi alma para que los llevaras a la cuna con tanta tierra y tanta selva y las mujeres de todo el mundo lavando ropa en un río.
Pero mis ojos estaban en su propia fiesta, acariciando tu piel, que despertaba iluminando el cuarto.
Paloma"
- Luis María Pescetti