sábado, 27 de febrero de 2010

Más acá del horizonte

Más acá está la siembra, están los sueños
una infinita colección de rostros
la liturgia del mar y sus arenas
están los fuegos y está la ceniza
las inauguraciones y los ritos
las redes de la vida y la sencilla
la incorruptible muerte, la de todos

el horizonte, borde espurio y flaco
frontera del futuro, nada en cierne
es un enigma manso, tan hipócrita
que no asume su rango en el espacio
el horizonte es filo inofensivo
y sin embargo hiere desde lejos

las gaviotas lo asumen lo acompañan
y la noche lo cubre como puede
pero su línea nos persigue inmóvil
en la vigilia y en la duermevela

más acá está tu vientre tu espesura
la corteza del árbol que olvidaste
el espasmo imprevisto de los celos

las rondas de tu sangre, tus indultos
tus muertos y los míos, la campana
que se queja doliente en su clausura,
tu estilo de vivir o de apagarte

más acá estoy yo mismo, fanal tenue
que no ilumina ni desvela a nadie
escaso de propuestas y de súplicas
con mi cuerpo vulgar siempre a la espera
de tu cuerpo leal, ese desnudo

más acá estoy yo mismo, confundido
como un crédulo espejo sobre el agua
y no reflejo olas sino antorchas
que inventé como un juego y ya no invento

el horizonte mientras tanto vive
de su salitre y sus amaneceres
la ojeada del alba lo despierta
lo introduce flamante en el mercado
de luces de tinieblas y de sombras

el horizonte cesa cuando llueve
velado tras un llanto que no es suyo
o simplemente cuando tu mirada
deja de vislumbrarlo enceguecida

el tiempo en cambio no se esconde, ocurre,
nos deja turbios y turbados, pobres,
desengañadosde éstas y otras ferias
de otros huecos de dios y otras visiones

la verdad es que todo lo que amamos
todo lo que nos duele y lo que somos
existe más acá del horizonte.

- Mario Benedetti

lunes, 15 de febrero de 2010

Luz de Asia

Pero, al observar el fondo de las cosas, vio
cómo crecían espinas debajo de esta rosa de la vida;
y que el campesino gana su salario con sudor,
y que padece para poder vivir; hostigando a los bueyes
de ojos grandes en las horas cálidas, aguijoneando
sus flancos.
Reparó que el lacerto se come a la hormiga y el milano
a los dos; que el halcón pescador
le roba su presa al gato montés y que la urraca
persigue al ruiseñor que cazaba
mariposas de colores; vio que todos
daban muerte a un matador y, a su vez, era muerto
viviendo la vida de la muerte.
El espectáculo que era encantador escondía
una extensa, salvaje, conspiración de crímenes mutuos,
desde el gusano hasta el hombre,
que, también, asesinaba al prójimo;
contemplando esto -al labrador hambriento
y a sus bueyes castigados por el yugo cruel
y esa rabia por vivir que llevaba a la contienda
a todo ser vivo-, el príncipe Siddârtha suspiró

- Sir Edwin Arnold

miércoles, 3 de febrero de 2010

Más Pessoa

XIV

No me importan las rimas. Raras veces
hay dos árboles iguales, uno al lado del otro.
Pienso y escribo como las flores tienen color
pero con menos perfección en mi modo de expresarme
porque me falta la simplicidad divina
de ser solamente todo mi exterior.

Miro y me conmuevo,
me conmuevo como el agua que corre cuando el suelo está inclinado,
y mi poesía es natural como levantarse viento.

- Fernando Pessoa

Destellos de locura


II

Cuando me miras pasar horas
sosteniendo una mirada febril hacia
tu boca o tus dientes, o tu mano,
y notas cómo mi alma devora
con una somnoliencia como un rapto
las cosas más comunes que se yerguen,

y preguntas qué veo en ellas
que mi espíritu penetra dentro de cada una
como si cada una tuviera un misterio,
te equivocas en tus conjeturas,
porque lo que siempre me obsesiona
no son las cosas en sus seres fatigados
sino su existir simple de cosas.

- Fernando Pessoa