miércoles, 22 de diciembre de 2010

Historias de cronopios y famas

Instrucciones para cantar

Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared, olvidese. Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras entre las piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de amarillo y negro, si oye un sabor pan, un tacto de dedos, una sombra de caballo. Después compre solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a Schumann.

- Julio Cortázar

viernes, 5 de noviembre de 2010

Fábula con Papa

-Escucho a muchos, hablo con pocos, decido solo.
-Y en eso que decide solo ¿es infalible?
-Naturalmente. La infalibilidad papal existe desde hace 112 años, cuando el concilio Vaticano I la aprobó por 451 votos contra 88.
-Qué bien.
-¿La infalibilidad?
-No. Qué bien esos 88. Le confieso que siempre he sido antiinfalibilista.

Mario Benedetti

miércoles, 20 de octubre de 2010

Diarios Íntimos

No pretendo que la Alegría no pueda asociarse con la Belleza; pero digo que la Alegría es uno de sus ornamentos más vulgares, mientras que la melancolía es, por así decirlo, su compañera ilustre, hasta el punto de que casi no puedo concebir (¿será acaso mi cerebro un espejo embrujado?) un tipo de Belleza en el que no haya Desgracia.

- Charles Baudelaire

lunes, 23 de agosto de 2010

Sombra del Paraíso

VI
El aire

Aún más que el mar, el aire,
más inmenso que el mar, está tranquilo.
Alto velar de lucidez sin nadie.
Acaso la corteza pudo un día,
de la tierra, sentirte, humano. Invicto,
el aire ignora que habitó tu pecho.
Sin memoria, inmortal, el aire esplende.

- Vicente Aleixandre

lunes, 9 de agosto de 2010

El Rey Lear

"Si las extrañas vicisitudes de la fortuna no nos diesen el derecho de aborrecer la vida, jamás nos resignaríamos a envejecer."

- William Shakespeare

lunes, 5 de julio de 2010

Utopía

Éstos (los utopianos) se preguntan, en efecto, si puede haber hombres que queden embelesados ante el brillo engañoso de una perla diminuta o de una piedra preciosa, cuando tienen la posibilidad de contemplar una estrella y hasta al mismo sol. Se maravillan de que haya alguien tan rematadamente loco que se considere más noble por la lana más fina que viste. ¡Después de todo, esta lana, por fino que sea su hilo, la llevó antes una oveja! No les cabe en la cabeza que el oro, tan inútil por naturaleza, haya adquirido en todos los países del mundo un valor táctico tan considerable que sea mucho más estimado que el mismo hombre, y ello a pesar de que su valor haya sido sacado por y para el mismo hombre. No salen de su asombro ante el hecho de que un plomo, sin más talento que un tronco, y tan falto de escrúpulos como zafio, pueda tener bajo su dependencia a multitud de hombres honrados y buenos, sólo por la única razón de que un buen día le llovieron del cielo un montón de monedas. Pero, cuidado, que un revés de la fortuna o una interpretación de las leyes - que no menos que la fortuna pone las cosas patas para arriba - pueda arrebatar el dinero a nuestro héroe, para ponerlo en manos del más rufián de sus criados. Entonces, no hay por qué admirarse de ver al amo convertido en criado de su criado, como apéndice y aditamento de su dinero.
Pero lo que detestan y no acaban de entender es la locura de aquellos individuos que, no debiendo nada a los ricos, y no estándoles sujetos, les tributan honores casi divinos. ¡Y sólo por ser ricos! Y a pesar de que los saben tan avaros y sórdidos que nunca recibirán de ellos, mientras vivan, la más mínima parte de sus tesoros.

- Tomás Moro

domingo, 13 de junio de 2010

Crónicas marcianas

Esa noche había en el aire un olor a tiempo. Tomás sonrió. La idea era divertida. ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva y unas voces que lloraban y una voz muy triste, y unas gotas sucias que caen sobre tapas de cajas vacías, y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? El tiempo se parecía a la nieve que cae calladamente en una habitación negra, a una película muda en un viejo cine, a cien millones de rostros que descienden como globos de Año Nuevo, bajando y bajando hacia la nada. Así era como olía el tiempo, cómo sonaba y qué parecía. Y esta noche (y Tomás sacó una mano al viento fuera de la camioneta), esta noche casi se podía tocar el tiempo.


- Ray Bradbury

domingo, 30 de mayo de 2010

Para vosotros dos

Ya te explicaré mañana

Muchacha, no hay que hablar. Estamos tristes.
Desde la ventana
puedes ver el cielo donde la tierra acaba.
La luz se ensancha
y los pájaros cantan y vuelan
en la nada.
Muchacha, ¿qué estás pensando?
Desde la ventana
puedes ver el mundo donde el cielo se acaba.
Muchacha, dame una copa.
Ya te explicaré mañana.

- Gabriel Celaya

domingo, 16 de mayo de 2010

El origen de la Tragedia

Entre el mundo de la realidad dionisíaca y el de la realidad diaria se abre esa zona abismal del olvido que los separa al uno del otro. Pero en el momento en que reaparece esta realidad cotidiana en la conciencia, se siente en ella, como tal, con disgusto, y el resultado de esta impresión es una disposición ascética, contemplativa, de la voluntad. En este sentido, el hombre dionisíaco se parece a Hamlet: ambos han llegado hasta el fondo de las cosas con mirada decisiva; han visto, y se han sentido hartos de la acción, porque su actividad no puede cambiar la eterna esencia de las cosas; les parece ridículo o vergonzoso meterse a corregir un mundo que se desploma. El conocimiento mata la acción; es preciso para ésta el espejismo de la ilusión: esto es lo que nos enseña Hamlet; ciertamente no es ésta la sabiduría de Hans el Soñador, que por exceso de reflexión, y como por un exceso de posibilidades, no puede ya obrar; no es la reflexión, no: es el verdadero conocimiento, la visión de la horrible verdad, lo que aniquila todo impulso vital, todo motivo de acción, tanto en Hamlet como en el hombre dionisíaco. Entonces no se espera ningún consuelo; el deseo se lanza por encima de todo un mundo hacia la muerte y desprecia a los mismos dioses; se reniega de la existencia y, con ella, del reflejo engañoso de su imagen en el mundo de los dioses o en el más allá. Bajo la influencia de la verdad contemplada, el hombre no percibe ya nada más que lo horrible y lo absurdo de la existencia: comprende ahora lo que hay de simbólico en el destino de Ofelia; reconoce la sabiduría de Sileno, el dios de los bosques, y la angustia y el hastío le suben a la garganta.

- Friedrich Nietzsche

martes, 13 de abril de 2010

Lucas, sus erratas

Todo es inútil (pensamiento que Lucas pensó seriamente convertir en el título de un libro) porque las erratas como es sabido viven una vida propia y es precisamente esa idiosincrasia que llevó a Lucas a estudiarlas lupa en mano y preguntarse una noche de iluminación si el misterio de su sigilosancia no estaría en eso, en que no son palabras como las otras sino algo que invade ciertas palabras, un virus de la lengua, la CIA del idioma, la transnacional de la semántica. De ahí a la verdad sólo había un sapo (un paso) y Lucas tachó sapo porque no era en absoluto un sapo sino algo todavía más siniestro. En primer lugar el error estaba en agarrárselas contra las pobres palabras atacadas por el virus, y de paso contra el noble tipógrafo que se rendía a la contaminación. ¿Cómo nadie se había dado cuenta de que el enemigo cual caballo de Troya moraba en la mismísima ciudadela del idioma, y que su guarida era la palabra que, con brillante aplicación de las teorías del chevalier Dupin, se paseaba a vista y paciencia de sus víctimas contextuales? A Lucas se le encendió la lamparita al mirar una vez más (porque acaba de escribirla con una bronca indecible) la palabra errata. De golpe vio dos cosas, y eso que estaba ciegoderabia. Vio que en la palabra había una rata, que la errata era la rata de la lengua, y que su maniobra más genial consistía precisamente en ser la primera errata a partir de la cual podía salir en plan de abierrta depredación sin que nadie se avivara. La segunda cosa era la prueba de un doble mecanismo de defensa, y a la vez de una necesidad de confesión disimulada (otra vez Poe); lo que hubiera podido leerse allí era ergo rata, conclusión cartesiana + estructuralista de una profunda intuición: Escribo, ergo rata. Diez puntos.

- Julio Cortázar

lunes, 22 de marzo de 2010

Tokio Blues

Esto es cuanto puedo conseguir por ahora: asir con fuerza dentro de mi pecho unos recuerdos incompletos que ya han palidecido y siguen palideciendo a cada instante que pasa, y escribir estas líneas con la desesperación de un hombre que va chupándose la médula de los huesos. Ésta es la única forma de mantener la promesa que hice a Naoko.
Tiempo atrás, cuando todavía era joven y mis recuerdos eran mucho más nítidos que ahora, intenté escribir varias veces sobre Naoko. Pero entonces fui incapaz de escribir una sola línea. Era consciente de que una vez brotara la primera frase, las restantes fluirían espontáneamente, pero ésta jamás brotó. Todo era demasiado nítido, y yo nunca supe cómo moldearlo. El mapa más detallado puede no servirnos en algunas ocasiones por esta misma razón. Pero ahora lo sé. En definitiva -así lo creo-, lo único que puedo verter en este receptáculo imperfecto que es un texto son recuerdos imperfectos, pensamientos imperfectos. Y cuanto más ha ido palideciendo el recuerdo de Naoko, más capaz he sido de comprenderla. Ahora sé por qué me pidió que no la olvidara. Por supuesto, ella intuía que mi memoria la borraría algún día. Por eso me lo pidió; "¿Te acordarás siempre de que existo y de que he estado a tu lado?".
Este pensamiento me llena de una tristeza insoportable. Porque Naoko jamás me amó.


- Haruki Murakami

lunes, 15 de marzo de 2010

El guardían entre el centeno

"Si seguía clavado al suelo, era por ver si me entraba una sensación de despedida. Lo que quiero decir es que me he ido de un montón de colegios y de sitios sin darme cuenta de que me marchaba. Y eso me revienta. No importa que la sensación sea triste o hasta desagradable, pero cuando me voy de un sitio me gusta darme cuenta de que me marcho. Si no luego da más pena todavía."


- J. D. Salinger

sábado, 27 de febrero de 2010

Más acá del horizonte

Más acá está la siembra, están los sueños
una infinita colección de rostros
la liturgia del mar y sus arenas
están los fuegos y está la ceniza
las inauguraciones y los ritos
las redes de la vida y la sencilla
la incorruptible muerte, la de todos

el horizonte, borde espurio y flaco
frontera del futuro, nada en cierne
es un enigma manso, tan hipócrita
que no asume su rango en el espacio
el horizonte es filo inofensivo
y sin embargo hiere desde lejos

las gaviotas lo asumen lo acompañan
y la noche lo cubre como puede
pero su línea nos persigue inmóvil
en la vigilia y en la duermevela

más acá está tu vientre tu espesura
la corteza del árbol que olvidaste
el espasmo imprevisto de los celos

las rondas de tu sangre, tus indultos
tus muertos y los míos, la campana
que se queja doliente en su clausura,
tu estilo de vivir o de apagarte

más acá estoy yo mismo, fanal tenue
que no ilumina ni desvela a nadie
escaso de propuestas y de súplicas
con mi cuerpo vulgar siempre a la espera
de tu cuerpo leal, ese desnudo

más acá estoy yo mismo, confundido
como un crédulo espejo sobre el agua
y no reflejo olas sino antorchas
que inventé como un juego y ya no invento

el horizonte mientras tanto vive
de su salitre y sus amaneceres
la ojeada del alba lo despierta
lo introduce flamante en el mercado
de luces de tinieblas y de sombras

el horizonte cesa cuando llueve
velado tras un llanto que no es suyo
o simplemente cuando tu mirada
deja de vislumbrarlo enceguecida

el tiempo en cambio no se esconde, ocurre,
nos deja turbios y turbados, pobres,
desengañadosde éstas y otras ferias
de otros huecos de dios y otras visiones

la verdad es que todo lo que amamos
todo lo que nos duele y lo que somos
existe más acá del horizonte.

- Mario Benedetti

lunes, 15 de febrero de 2010

Luz de Asia

Pero, al observar el fondo de las cosas, vio
cómo crecían espinas debajo de esta rosa de la vida;
y que el campesino gana su salario con sudor,
y que padece para poder vivir; hostigando a los bueyes
de ojos grandes en las horas cálidas, aguijoneando
sus flancos.
Reparó que el lacerto se come a la hormiga y el milano
a los dos; que el halcón pescador
le roba su presa al gato montés y que la urraca
persigue al ruiseñor que cazaba
mariposas de colores; vio que todos
daban muerte a un matador y, a su vez, era muerto
viviendo la vida de la muerte.
El espectáculo que era encantador escondía
una extensa, salvaje, conspiración de crímenes mutuos,
desde el gusano hasta el hombre,
que, también, asesinaba al prójimo;
contemplando esto -al labrador hambriento
y a sus bueyes castigados por el yugo cruel
y esa rabia por vivir que llevaba a la contienda
a todo ser vivo-, el príncipe Siddârtha suspiró

- Sir Edwin Arnold

miércoles, 3 de febrero de 2010

Más Pessoa

XIV

No me importan las rimas. Raras veces
hay dos árboles iguales, uno al lado del otro.
Pienso y escribo como las flores tienen color
pero con menos perfección en mi modo de expresarme
porque me falta la simplicidad divina
de ser solamente todo mi exterior.

Miro y me conmuevo,
me conmuevo como el agua que corre cuando el suelo está inclinado,
y mi poesía es natural como levantarse viento.

- Fernando Pessoa

Destellos de locura


II

Cuando me miras pasar horas
sosteniendo una mirada febril hacia
tu boca o tus dientes, o tu mano,
y notas cómo mi alma devora
con una somnoliencia como un rapto
las cosas más comunes que se yerguen,

y preguntas qué veo en ellas
que mi espíritu penetra dentro de cada una
como si cada una tuviera un misterio,
te equivocas en tus conjeturas,
porque lo que siempre me obsesiona
no son las cosas en sus seres fatigados
sino su existir simple de cosas.

- Fernando Pessoa

jueves, 14 de enero de 2010

Kolomna

"Todos ustedes conocen la parte de la ciudad llamada Kolomna -comenzó el desconocido-. Allí nada es igual que en las otras partes de San Petesburgo: no es provincia ni es la capital. Al entrar en las calles de Kolomna tiene uno la impresión de que lo abandonan todos los anhelos y los ímpetus de la juventud. Hasta allí no penetra el futuro; allí todo es silencio y retiro; allí está todo el sedimento del ajetreo de la ciudad. Allá se mudan los funcionarios jubilados, las viudas y gente modesta que, habiendo tenido algo que ver con el Senado, se condena a morar en ese sitio casi de por vida; cocineras que dejaron de servir y se pasan el día husmeando por el mercado, que charlan tonterías con el dueño de alguna tiendecita y compran a diario cinco kopeks de café y cuatro de azúcar y, por último, toda esa clase de gente a la que se suele llamar gris porque su ropa, su rostro, sus cabellos y sus ojos les dan el color desvaído y ceniciento de los días en que no hay en el cielo tormenta ni sol, sino que reina un ambiente indefinido y la niebla se difunde quitando todo relieve a los objetos. Se puede incluir también a varias categorías de jubilados, como conserjes de teatro, consejeros titulares o émulos de Marte con un ojo menos o un labio partido. Son personas carentes de pasiones: caminan sin posar la mirada en nada y callan sin pensar en cosa alguna. (...)
La vida en Kolomna es sumamente recoleta: rara vez aparece un carruaje, como no sea el que usan los actores, que altera el silencio general con su estrépito, su crujido y su rechinar. Por allí todo el mundo anda a pie. Si acaso, pasa un coche de punto, por lo general sin cliente, cargado con una brazada de paja para el barbudo jamelgo. En Kolomna se puede encontrar alojamiento por cinco rublos al mes, incluyendo el café por la mañana. Las viudas que disfrutan de una pensión constituyen allí la aristocracia. Observan una digna conducta, barren a menudo su habitación y comentan con las señoras amigas suyas la carestía de la carne de vaca y de las coles. Con frecuencia tienen una hija jovencita, criatura dócil y callada, incluso linda a veces, un perro odioso y un reloj de pared cuyo péndulo va y viene con un triste tic-tac. Siguen luego los actores, cuyos emolumentos no les permiten alojarse en otra parte que en Kolomna, individuos enemigos de cualquier traba, como todos los artistas, que viven para el placer. (...) En una palabra, suele verse allí al estrato más infortunado del género humano, seres cuya suerte no hallaría medio de aliviar ni un especialista en economía política bien intencionado."

- Nicolás Gogol, El Retrato

miércoles, 13 de enero de 2010

Pedro Salinas (1891 - 1951)

Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
"Yo te quiero, soy yo"

viernes, 8 de enero de 2010

Walking Around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

- Pablo Neruda

martes, 5 de enero de 2010

6:15

Y a pesar del ensordecedor y estridente ruido de los autos
aún escucho tu voz
tu voz
derruyendo
mis antiguas creencias
mitigando en polvo
mis estúpidos temores

mujer de urbanos y azules
cabellos
y sonrisa incólume de cristal

si creyese en Brahma (a)
creería en la reencarnación de tu mirada
mas sólo creo
en tus desgarbados y azules
cabellos
tan distantes
como verdes astros
ardiendo

que en noches como ésta
en vano trato de alcanzar

qué puedo ofrecerte
sino mi onirica amargura
mi abrasador lamento
un grito destemplado
lanzado agónico al vacío
este poema

la noche me encuentra
ahora
entre anuncios luminosos
y vouyeurs rascacielos
delineando el atormentado
trazo de mi piel
como un descarnado cuadro de van Gogh

y yo no sé que será de mí
lobo hombre solitario en brutal desenfreno por sórdidas calles
si lo único real ahora es la irrealidad de tu mirada

mi vida constante agónica ocaso
eterno suicidio
desesperado crepúsculo a punto de extinguir

ignoro el sabor improbado de tus labios
y sin embargo como
explicarlo
me perteneces
desde antes del origen de los tiempos
desde siglos antes que
nacieras

y tu tal vez te preguntes
quién soy / qué busco
qué pretendo al no cesar
nunca de observarte
yo soy aquel hombre
que has estado esperando
en tu larga contemplación de los vacíos
el héroe absurdo que se niega inútil a abolir el recuerdo

- oh tigresa de marfil urbano que me vas royendo -

bella como el intenso resplandor de la luna
aún tu cuerpose enreda frenéticamente
junto al mío en las noches incesante de delirio

ensoñación de un crepúsculo que pugna desesperado por salir
suavidad de flores cayendo encendida en la mirada
invierno de mar huyendo desesperado de los trópicos
niña tonta que se niega a usar tacones y abrir sus alas y partir

sigue,sigue jugando con tus muñecas azules
y tus ingenuos origamis de papel
que yo velaré de tu onírico sueño
de insulsos demonios y oscuros dragones
que mantendré a raya
con mi roja capa
tan pura como el fuego
como el primer hombre- soberano de la noche
amo de la oscuridad -
que habito desconocido estas aceras
penetrando arma en mano puñal en pecho
al denso enigma de tu piel

bombas molotov
tenues muchedumbres

las 6:15

y mis pasos
no hacen mas que repetir
el eco
intacto
de
tu nombre.

-Leo Zelada