lunes, 27 de julio de 2009

Aquí, Dolina

Les dejo esta vez un pedacito de Radiocine, fantástico libro de un grande

M.- Y ahora arreglemos este entuerto.

T.- ¿Y cómo lo arreglaremos? ¿Haciendo trampa?

M.- Tal vez no haya otro remedio. El universo es una trampa...

T.- Yo ya he decidido no quererte.

M.- Tú no has decidido nada. Nadie puede decidir nada.

lunes, 13 de julio de 2009

Las Palabras

Nueva aparición de Sartre por las ramas, ahora desde su libro "Las Palabras", exquisito:

Cayó la noche, se diluyeron en el espejo unas nubes de tinta, tragándose mi última encarnación. Al carecer de coartada, caí en mi mismo. En la oscuridad, adivinaba una duda indefinida, un roce, unos latidos, todo un animal vivo - el más terrible y el único que no me pudiese asustar -. Huí, volví a arrebatar a la luz mi papel de querubín deslucido. En vano. El espejo me había enseñado lo que siempre había sabido: era horriblemente natural. Aún no me he repuesto.

Lo que acabo de escribir es falso. Verdadero. Ni verdadero ni falso, como todo lo que se escribe sobre los locos, sobre los hombres. He contado los hechos con toda la exactitud que me ha permitido la memoria. ¿Pero hasta qué punto creía en mi delirio? Es la cuestión fundamental, y sin embargo, no la decido. He visto después que podíamos conocer todo de nuestros afectos, excepto su fuerza, es decir, su sinceridad.

Me decía: "¡todo puede ocurrir!", y quería decir: "puedo imaginarlo todo".

viernes, 3 de julio de 2009

Instrucciones para dar cuerda al reloj

Quedan auntomáticamente perdonados todos aquellos que hayan regalado un reloj antes de haber leído esto:

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.


Instrucciones para dar cuerda al reloj

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Julio Cortázar